BLANCO ROTO
LA CIENCIA: EL
FRACASO DE UN ÉXITO (Y 3)
Cuando
me pregunto por el papel que la ciencia debiera jugar hoy, me veo sorteando la
Escila del cientifismo y el Caribdis de la afición actual a las paraciencias.
Me explico. El cientifismo sostiene la superioridad de la ciencia respecto de
cualquier otro tipo de conocimiento en cualquier aspecto, ya sea técnico, ético
o político. Si rechazamos este privilegio de la ciencia en el conjunto del
saber humano, corremos el riesgo de caer (o de que se interprete que caemos) en
los brazos de campos como la parapsicología o la quiromancia, que son vistos
con desdén desde la ciencia oficial. No ser cientifista puede así ser
interpretado como la declaración de que todo vale en el campo del saber. Conviene
hacer notar que estas mismas pseudociencias babean arrobadas ante la ciencia
oficial y no dudan en usar el método científico, caracterizado por la
cuantificación y el experimento, para acercarse nada menos que al más allá, con
lo que podríamos, sorprendentemente, calificarlas de cientifistas. Repárese al
respecto en los aparatos de tecnología punta que hoy día llevan los
cazafantasmas. Terminaré, pues, con una propuesta que me parece sensata.
Estribaría esta en arrebatar el monopolio de ciertos asuntos, como la ética, a
la ciencia (ejemplo: arrebatar la política a la economía), y articularla (la
ciencia) con otros saberes como la filosofía, la religión o la poesía.
JUAN FERNANDO
VALENZUELA MAGAÑA
Artículo aparecido en Diario Jaén el viernes 14 de febrero de 2014
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