viernes, 7 de marzo de 2014

Blanco roto. El gimnasio

BLANCO ROTO
EL GIMNASIO

Uno de los lugares más frecuentados en nuestros días es el gimnasio. En él se dan cita a un mismo tiempo dos visiones del mundo: la propia de la modernidad, que comenzó en el siglo XV, y la actual. La primera se sustenta en la matemática y la física, y la cuantificación es su gran herramienta. Si miramos los aparatos que encontramos en un gimnasio, veremos que su función es calcular, registrar, medir. Su propia apariencia, impoluta y esquelética, recuerda el mundo geométrico de Descartes, que era, sin más, el mundo, pues sus otros aspectos, como el sabor o el olor, eran estrictamente subjetivos. Y añadamos algo: los aparatos del gimnasio reproducen, corrigiéndola, la realidad, libre ya de molestas imperfecciones. Ese rasgo es también propio de la modernidad. Pero, del mismo modo, nos encontramos en el gimnasio la visión que del mundo tiene la actualidad. Así, los aparatos guardan otra relación con la realidad: no es ya que la reproduzcan o que la imiten, no es sólo que la corrijan, es que la sustituyen y la crean, la virtualizan. Corremos kilómetros, pedaleamos durante minutos y, al terminar, no nos hemos movido de nuestro sitio. Sin duda, a algún emprendedor del sector no tardará en ocurrírsele la inclusión de paisajes virtuales a elección del cliente que quema calorías. Y ahora el epílogo: una vez que, encerrados en una habitación, se ha gastado la energía que sobra, se coge el coche para llegar a casa, dos calles más allá.
JUAN FERNANDO VALENZUELA  MAGAÑA
Artículo publicado hoy, 7 de marzo de 2014, en Diario Jaén

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