lunes, 8 de julio de 2013

Blanco roto. El friki (y 2)

                                                                                                                    BLANCO ROTO

                        EL FRIKI (y 2)

            Habíamos quedado en fijarnos en la figura del friki como persona ducha en las nuevas tecnologías y acaso brillante en una disciplina científica, con gusto por la ciencia ficción y con torpeza en las relaciones sociales, y nos preguntábamos si esa figura era el sabio contemporáneo. Del primer filósofo, Tales de Mileto, se cuenta que cayó a un pozo por ir mirando los astros, y que una joven campesina tracia se rió al ver la escena. Puede que el intento de abarcar el universo le valga al sabio un tropezón, pero esto no significa que no sepa tratar con la realidad (aunque Kant sospechaba que el don del pensador era como aquel con el que Juno honró a Tiresias, cegándolo para dotarle de la facultad de la adivinación). Del propio Tales nos cuenta Jerónimo de Rodas que, conociendo que se avecinaba una gran cosecha de aceite, tomó en arriendo muchos olivares y ganó una fortuna, es de suponer que precisamente gracias a mirar más allá de sus narices, demostrando acaso que la sabiduría no aniquila necesariamente la facultad para enriquecerse, aunque sí el interés por ello. Pero incluso admitiendo la similitud de una cierta torpeza práctica entre el friki y el sabio, no debemos confundirnos. El sabio atesora preguntas, el friki respuestas; el sabio profundiza, el friki se extiende; el sabio mira el todo, el friki es un especialista. Así que el friki sería el heredero del erudito, no del sabio. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre ellos: mientras el erudito vive de la tradición, el friki ha roto con ella. Por eso es un fenómeno de nuestro tiempo.

Artículo aparecido en Diario Jaén, probablemente el viernes 28 de junio de 2013