domingo, 7 de febrero de 2016

Reseña: Los jugadores, de Carlos Fortea, en Nocturna Ediciones


CARLOS FORTEA, LOS JUGADORES, EN NOCTURNA EDICIONES


            Todavía estamos viviendo el aniversario de la Gran Guerra. Entre el locuaz entusiasmo con el que cientos de miles de hombres partieron a ella en un ambiente festivo y el silencio sepulcral con el que regresaban los supervivientes, hay un horror nuevo e indescriptible. Sloterdijk ha destacado la importancia del 22 de abril de 1915, cuando en la batalla de Yprés el ejército alemán usó el gas clórico. La idea decisiva de la guerra en el siglo XX ya no es apuntar al cuerpo del enemigo, sino a su medio ambiente. Las cámaras de gas o la bomba atómica se hallaban ya in nuce en la acción mencionada.
            La novela de Carlos Fortea Los jugadores está ambientada en el momento en que la Primera Guerra Mundial ha terminado pero todo está por empezar. Es 1919 y las potencias se reúnen en París para acordar el tratado postbélico. El presidente estadounidense Wilson quiere ir más allá de una simple redefinición de fronteras o de cuestiones económicas: quiere un nuevo orden mundial que impida la repetición de lo ocurrido. Un orden basado en los contrapesos y en la complejidad, no en el descarnado poder. Quiere un mundo nuevo.
            Siempre que el marco cronológico de una novela es el pasado, tiene sentido preguntarse qué relación guarda con la historia. Si lo que se pretende es ilustrar un periodo histórico o unos acontecimientos pretéritos, estamos ante historia novelada y no propiamente ante novela (del mismo modo podemos argumentar respecto a la novelización de una teoría filosófica). Si Los jugadores es una novela es porque lo esencial en ella son las vidas de unos personajes, ficticios e históricos, en un momento abierto y cargado de consecuencias de la historia del siglo XX. Los personajes no son títeres al servicio de una tesis histórica, sino que se muestra cómo la historia incide en su existencia en una ciudad, París, marcada por la guerra y por su propio pasado.
            En un estilo ágil y con abundancia de diálogos, vamos sabiendo de la conocida periodista Laura Sastre, del enigmático Gabriel Cortázar, de un especulador español y la mujer que va con él, de los asesinatos que investiga el comisario Retier, de la misión del congresista norteamericano cercano al presidente Wilson, del luxemburgués que pretende que se fije un salario máximo o del infiltrado en la emigración rusa. Personajes a cuyos pensamientos, sentimientos, relaciones y acciones asistimos en un momento en el que decisiones que luego se mostraron erróneas todavía podían evitarse.


JUAN FERNANDO VALENZUELA MAGAÑA





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