BLANCO
ROTO
EL FRIKI (y 2)
Habíamos
quedado en fijarnos en la figura del friki como persona ducha en las nuevas
tecnologías y acaso brillante en una disciplina científica, con gusto por la
ciencia ficción y con torpeza en las relaciones sociales, y nos preguntábamos
si esa figura era el sabio contemporáneo. Del primer filósofo, Tales de Mileto,
se cuenta que cayó a un pozo por ir mirando los astros, y que una joven
campesina tracia se rió al ver la escena. Puede que el intento de abarcar el
universo le valga al sabio un tropezón, pero esto no significa que no sepa
tratar con la realidad (aunque Kant sospechaba que el don del pensador era como
aquel con el que Juno honró a Tiresias, cegándolo para dotarle de la facultad
de la adivinación). Del propio Tales nos cuenta Jerónimo de Rodas que,
conociendo que se avecinaba una gran cosecha de aceite, tomó en arriendo muchos
olivares y ganó una fortuna, es de suponer que precisamente gracias a mirar más
allá de sus narices, demostrando acaso que la sabiduría no aniquila
necesariamente la facultad para enriquecerse, aunque sí el interés por ello.
Pero incluso admitiendo la similitud de una cierta torpeza práctica entre el
friki y el sabio, no debemos confundirnos. El sabio atesora preguntas, el friki
respuestas; el sabio profundiza, el friki se extiende; el sabio mira el todo,
el friki es un especialista. Así que el friki sería el heredero del erudito, no
del sabio. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre ellos: mientras el
erudito vive de la tradición, el friki ha roto con ella. Por eso es un fenómeno
de nuestro tiempo.
Excelente.
ResponderEliminarUn abrazo parisino.