CARLOS
FORTEA, LOS JUGADORES, EN NOCTURNA
EDICIONES
Todavía
estamos viviendo el aniversario de la Gran Guerra. Entre el locuaz entusiasmo
con el que cientos de miles de hombres partieron a ella en un ambiente festivo
y el silencio sepulcral con el que regresaban los supervivientes, hay un horror
nuevo e indescriptible. Sloterdijk ha destacado la importancia del 22 de abril
de 1915, cuando en la batalla de Yprés el ejército alemán usó el gas clórico. La
idea decisiva de la guerra en el siglo XX ya no es apuntar al cuerpo del
enemigo, sino a su medio ambiente. Las cámaras de gas o la bomba atómica se
hallaban ya in nuce en la acción
mencionada.
La
novela de Carlos Fortea Los jugadores
está ambientada en el momento en que la Primera Guerra Mundial ha terminado
pero todo está por empezar. Es 1919 y las potencias se reúnen en París para
acordar el tratado postbélico. El presidente estadounidense Wilson quiere ir
más allá de una simple redefinición de fronteras o de cuestiones económicas:
quiere un nuevo orden mundial que impida la repetición de lo ocurrido. Un orden
basado en los contrapesos y en la complejidad, no en el descarnado poder.
Quiere un mundo nuevo.
Siempre
que el marco cronológico de una novela es el pasado, tiene sentido preguntarse
qué relación guarda con la historia. Si lo que se pretende es ilustrar un
periodo histórico o unos acontecimientos pretéritos, estamos ante historia
novelada y no propiamente ante novela (del mismo modo podemos argumentar
respecto a la novelización de una teoría filosófica). Si Los jugadores es una novela es porque lo esencial en ella son las
vidas de unos personajes, ficticios e históricos, en un momento abierto y
cargado de consecuencias de la historia del siglo XX. Los personajes no son
títeres al servicio de una tesis histórica, sino que se muestra cómo la
historia incide en su existencia en una ciudad, París, marcada por la guerra y
por su propio pasado.
En
un estilo ágil y con abundancia de diálogos, vamos sabiendo de la conocida
periodista Laura Sastre, del enigmático Gabriel Cortázar, de un especulador
español y la mujer que va con él, de los asesinatos que investiga el comisario
Retier, de la misión del congresista norteamericano cercano al presidente
Wilson, del luxemburgués que pretende que se fije un salario máximo o del
infiltrado en la emigración rusa. Personajes a cuyos pensamientos,
sentimientos, relaciones y acciones asistimos en un momento en el que
decisiones que luego se mostraron erróneas todavía podían evitarse.
JUAN FERNANDO
VALENZUELA MAGAÑA